La idea de que el alma de un bebé elige a su madre antes de nacer es una creencia popular influida por el karma y la reencarnación, que proviene de religiones como el hinduismo y el budismo. Sin embargo, si abordamos esta idea desde una perspectiva científica y de acuerdo con la doctrina religiosa, encontramos una visión muy distinta.
Desde el punto de vista científico, la concepción y el desarrollo de un nuevo ser están gobernados por procesos biológicos y genéticos sin participación de una voluntad consciente por parte del feto o el embrión. La genética determina aspectos del desarrollo físico, mientras que factores ambientales y sociales influirán en el crecimiento y personalidad del niño tras el nacimiento. En este sentido, el feto no posee capacidad de elección en ninguna etapa de su desarrollo; su existencia y los padres con los que nace son resultado de circunstancias naturales y biológicas.
Por otro lado, desde una perspectiva religiosa, se considera que el destino y el curso de la vida humana son determinados por la voluntad divina y el decreto de Dios. Según la doctrina religiosa, es Dios quien asigna la descendencia y los vínculos familiares. Los padres y los hijos son parte de un plan divino en el cual las relaciones familiares y los vínculos emocionales están diseñados para ofrecer oportunidades de aprendizaje y crecimiento espiritual. No existe ningún concepto de que un alma pueda elegir a sus padres, ya que esto contradice la creencia de que Dios es el único con poder y conocimiento absoluto sobre el destino de cada ser.
En resumen, la ciencia nos dice que el proceso de procreación es biológico y no implica la elección de los padres por parte del hijo, mientras que la doctrina religiosa sostiene que cada vida es parte de un plan divino, sin participación o elección previa por parte del alma. Estas dos perspectivas rechazan la idea de que un niño o su alma elijan a su madre, ya que tanto la biología como la teología religiosa atribuyen la existencia y los vínculos familiares a causas naturales o divinas, pero nunca a la elección del niño.